viernes, 30 de diciembre de 2011

¿Cómo se aprende permacultura?

Hemos encontrado este interesante artículo sobre permacultura en ecolof.blogspot.com y nos ha parecido muy interesante compartirlo con todos vosotros.

La verdad, es que la permacultura es una ciencia bastante nueva. A mediados de los años ´70s, Bill Mollison(izquierda) y David Holmgren (derecha), idearon un sistema de agricultura que integra el paisaje con el hogar, maximizando la producción agrícola y forestal, y minimizando el consumo energético de la casa.
Este sistema, se trata de cultivar la tierra imitando los procesos naturales que observamos en el paisaje.
El bosque, es un potente modelo a seguir para la agricultura orgánica. Tal como en el bosque, sembraremos arbustos, hortalizas, hierbas y flores, de manera que la diversidad esté presente en todo el cultivo.
Además, ubicaremos las plantas según las necesidades de luz y agua que tengan, dejando que las más grandes den sombra a las menores.
 De este modo aprovecharemos mejor la luz y la humedad del sitio.
El suelo lo abonaremos solo con abonos naturales, como el compost y el humus, que podemos producirlos nosotros mismos, con los propios desechos del huerto, reutilizando todo, tal como el bosque.
Las plantas serán dispuestas de modo que tengan suficiente espacio para crecer bien, pero intentaremos que no quede mucho suelo descubierto entre ellas, para evitar las malas hierbas y conservar la humedad.
Al cultivar así, nuestro huerto atraerá diversos insectos que polinizarán nuestras especies, y que alimentándose y habitando en el lugar, atraerán algunas aves. Éstas, nos ayudarán con el despeje de insectos no deseados, y comerán los frutos descompuestos. Además, podemos incluir una pequeña pileta o fuente con algunas plantas acuáticas, que refrescará a los insectos y a las aves, y regulará la temperatura en los días soleados. 
A mayor escala, podemos cultivar del mismo modo, árboles frutales y madereros.
El trasfondo de la idea, es la conciencia de que todo lo que necesitamos: agua, comida, abrigo, techo y combustible, puede extraerse del bosque.Por lo que usaremos materiales naturales para la construcción, y elementos orgánicos para nuestras tecnologías, sacándole el mayor provecho al bosque, y minimizando los gastos de obra.
A partir de estas ideas, la permacultura ha ido evolucionando, integrando aspectos de educación, economía, salud y comunidad. Hoy en día existe una gran red de centros en todo el mundo, que demuestran y enseñan permacultura, adaptándola a sus diversos climas.
Si quieres aprender permacultura y comenzar tu camino hacia una vida sustentable, presta atención a los siguientes datos: 

INFO
Un buen sitio para buscar material de diseño, agricultura orgánica y más: 

Link del blog "Ecología activa", un gran listado de libros sobre diversos temas de permacultura:


También puedes visitar nuestra biblioteca y descargar algunos libros:

jueves, 29 de diciembre de 2011

Huertos Urbanos: la ciudad contemporánea como un híbrido entre lo natural y lo urbano

Queremos recomendaros este interesante artículo de José Pico en Redex.

Las ciudades están empezando a abandonar su condición de artificialidad, generándose nuevas alternativas en su desarrollo y uso.
Uno de los fenómenos más beneficiosos, en este camino, que están empezando a aparecer en ellas son los huertos urbanos. Cada vez más personas, ya sea a través de iniciativas individuales con pequeños huertos o iniciativas de colectivos que gestionan estos usos de modo inteligente, disfrutan de esta nueva perspectiva de ciudad.

La ciudad como territorio antropizado, ha tenido durante todo el S.XX un desarrollo ajeno a lo natural, apareciendo sólo jardines o parques como un resquicio de naturaleza, aunque domesticada. Pero la naturaleza está empezando a superar su carácter se espacio lúdico para abarcar otros usos y uno de ellos es el huerto urbano, que permite no sólo el beneficio para aquellas personas que lo trabajan o gestionan, de sus productos, sino también entender y valorar la importancia de la agricultura, educar y recuperar el valor de los productos obtenidos con lentitud, esfuerzo.

Cultivar, ver crecer y recoger se convierten para aquellos que han olvidado o no han vivido esa experiencia en una terapia enormemente beneficiosa. También son actiividades capaces de reforzar el tejido social de un barrio. Para otros colectivos, como aquellas personas que hoy habitan en nuestras ciudades y abandonaron sus pueblos de origen, los huertos permiten recuperar algo de ese modo de vida que perdieron. También una nueva ilusión para otros tras el cese de su vida laboral.

Un ejemplo de este último caso es el fenómeno que recoge el libro “la ciudad jubilada”, una serie de huertos auto-gestionados donde trabajan ciudadanos jubilados en el extrarradio de Barcelona.
Otros proyecto diferente es Prinzessinnengarten en la ciudad de Berlín, un huerto concebido en una antigua zona industrial no sólo como tal, sino como espacio generado para el intercambio de conocimientos y que puede ser “transportable” dentro de la ciudad. Una nueva forma de concebir el barrio. Una regeneración a partir de este uso.

Estos son sólo un par de ejemplos que muestran una realidad que cada vez será menos aislada. Sin duda la ciudad contemporánea, tendrá que ser un espacio diferente al que hoy vivimos, un híbrido entre lo artificial o urbano y la naturaleza aunque domesticada en otros formatos.

Huerto urbano Prinzessinnengarten

Huerto urbano, biblioteca, cafetería, tienda y algunas colmenas, así es Prinzessinnengarten. Incluso los más pequeños pueden disfrutar de una fantástica casa de juegos.
Hemos encontrado esta interesante información en Inhabitat.com. La escritora Ana Lisa Alperovich visitó Prinzessinnengarten y habló con Marco Clausen, quien junto a Robert Shaw creó el fantástico espacio de huerto urbano. Clausen contó cómo fueron inspirados por la filosofía cubana de 'Agricultura Urbana' de cultivar sus propios alimentos y conocer gente a su vez. 
El huerto urbano tiene 20.000 metros cuadrados. El cultivo de hortalizas se hace en bolsas de arroz, cajas de plástico y envases de leche. Se ha creado un sistema dinámico donde pueden trasladar las plantas, si se considera que necesitan un cambio de ubicación.
Prinzessinnengarten es una plataforma para la gente que quiere hacer algo, cualquier persona puede entrar y ayudar en el jardín urbano. De esta manera pueden conseguir la friolera de 50% de descuento en la cafetería! Además del enorme jardín lleno de verduras orgánicas, también hay una biblioteca de madera para los visitantes con un montón de libros de jardinería. 
El sitio también cuenta con un edificio temporal a partir de materiales reciclados localmente encontrado para trabajar al aire libre, que también podría ser desmontado y transportado en ningún momento.
El jardín también dispone de una tienda de hierbas y plantas vivas, un café-restaurante a partir de un contenedor de reciclado donde se vende comida fresca con productos del huerto. 
Prinzessinnengarten también está pensado para niños y cuenta con un teatro fantástico y una réplica construida por los niños de la torre de Berlín.
Prinzessinnengarten da la bienvenida y anima a la gente de todas partes del mundo para aportar nuevas ideas en el jardín. 
Clausen contó cómo se hizo una vez un huerto de verduras tipo jardín japonés por un cocinero japonés para un evento. Si pensáis visitar Berlín, no os perdáis este fantástico espacio verde. 
FUENTE: Inhabitat.com
FOTOS: © Ana Lisa Alperovich for Inhabitat

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Tema 3: La duración del ciclo de cultivo

La duración del ciclo es el tiempo desde que plantamos o sembramos hasta que recogemos la cosecha. Este periodo puede variar en función de varios factores. Lo más normal es hacer dos siembras al año, una a principios de primavera de las variedades estivales y otra a principios de otoño de las variedades de invierno.

Variedad. De una misma hortaliza podemos encontrar muchas variedades diferentes con ciclos más cortos o más largos. Nosotros siempre aconsejamos las variedades de ciclos más cortos ya que para el reducido espacio de nuestro huerto será más divertido sembrar y recolectar rápidamente.

Temperatura. La misma planta crecerá y madurará mucho más rápido si hace calor que si hace frío. Tenemos que tener en cuenta que la temperatura de un huerto urbano, ya sea en una mesa de cultivo o en un recipiente variará más que la que tendrían en el suelo debido a la poca profundidad del sustrato y al calentamiento de las paredes. Por lo tanto, en verano las raíces tendrán más calor y en invierno más frío que si fuesen cultivadas en el suelo. Esto hace que los ciclos de cultivo sean un poco más cortos en época de buen tiempo y, al mismo tiempo las raíces son más sensibles a las heladas del invierno que no en el cultivo en tierra.

Para saber el momento de recolectar una verdura es necesario que aprendamos a observar la planta y reconocer su momento óptimo.


martes, 20 de diciembre de 2011

TEMA 2: Producir para el autoconsumo

La primera idea que tenemos tener en cuenta cuando planificamos un huerto urbano es que queremos producir para el propio consumo. Por lo tanto, si cada semana comemos una lechuga, cada semana deberemos plantar una lechuga.
Si quisiéramos plantar muchas lechugas nos encontraríamos en el momento de la recolecta que no sabemos que hacer con ellas y se nos estropearían. A esto se le llama escalonar la producción. En algunas plantas no es necesario escalonar la producción ya que se pueden hacer conservas o porque ya producen escalonadamente, como por ejemplo la tomatera.

Otro truco en el caso de plantas de hojas como la lechuga, la col o la acelga es ir deshojando cada día la planta, forzando su desarrollo. De esta manera, tendremos cada día, verdura fresca y aprovecharemos las plantas a lo largo del ciclo.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Entrevistas a Montse Escutia, Ingeniera agrónoma

«El huerto es una herramienta de poder insospechada. Que la gente sea responsable de su propia alimentación y que sea capaz de producir una parte de sus alimentos es algo revolucionario.»


Montse Escutia es una mujer con un discurso difícil de rebatir. Hace gala de un sentido común poco habitual, sostenido por una sensibilidad extraordinaria y por una formación como ingeniera agrónoma que le permite hablar con soltura y conocimiento de causa. Pero quizá su verdadera escuela haya sido la experiencia: experiencia como madre, como coordinadora del Comité de Selección de Biocultura (la feria más importante y decana de agricultura ecológica que existe en España), como escritora de un libro sobre los huertos escolares ecológicos, como política. Montse es amable, simpática y convincente. Aquí dejamos sus reflexiones y esperamos que, con ellas, los lectores puedan abrir un poco más su conciencia a estos temas de tanta transcendencia que sue-len pasar inadvertidos en el día a día de una sociedad que vive sumida en un estrés ce-gador y que no permite ver más allá de lo que nos venden los medios de comunicación.

- En su formación como ingeniera agrónoma, ¿vio usted reflejadas sus inquietudes ecológicas en el estudio de su carrera?, ¿en qué momento y por qué se decidió por lo ecológico?


Yo estudié a finales de los años ochenta y principios de los noventa, y lo cierto es que lo que nos enseñaban era pura agricultura química. Había una sola asignatura de química agraria en la que te enseñaban que si tienes un problema, una plaga, la solución son los pesticidas. Si necesitas abonar las plantas, entonces la solución es el abono químico. En aquella época nos empezaron a hablar de los transgénicos, pero como una cosa muy de vanguardia y experimental. La agricultura ecológica era algo que nunca se mencionó. Era la época en que se empezaba a hablar de los problemas de los nitratos y de la contaminación de aguas freáticas por el uso de nitratos.
Mi primer encuentro con la agricultura ecológica fue casual. En la escuela donde estudiaba, en Mérida, encontré un folleto sobre un curso de agricultura ecológica que hacía VidaSana. Además yo era suscriptora de la revista Integral, y podría decir que desde pequeña me enseñaron a tratar la tierra con respeto. Así que poco a poco me di cuenta de que había otra manera de producir, más acorde con mis inquietudes. 

- ¿De dónde le viene esa inquietud?

La verdad es que estuve durante muchos años pensando en estudiar biología. Cuando era pequeña me encantaban los animales. Primero quería ser veterinaria, pero me di cuenta de que lo de la sangre no iba conmigo; luego pensé en biología, desde el punto de vista de la etología. Me leía todos los libros de etología que caían en mis manos. Pero lo cierto es que la tierra siempre me ha tirado mucho. Pensé que a través de una ingeniería agrónoma, aprendería a cultivar las plantas y a trabajar con gente que trabajaba la tierra.

Creo que desde pequeña siempre he tenido esta sensibilidad: el respeto por los animales, por las plantas...; siempre me ha gustado mucho el campo. Mi padre era excursionista y recuerdo las salidas al campo a buscar setas y espárragos, y cómo me in-culcó ese respeto a la naturaleza. Por eso creo que ya me viene desde pequeña. 

- ¿Qué es para usted la Tierra?


Para mí la Tierra es el lugar donde vivimos, es nuestra casa, pero con la que debemos tener una relación de respeto, reconociendo que funciona como un todo. Yo creo que la Tierra es un organismo que tiene una sensibilidad que desconocemos o que muchas personas no saben apreciar, que sufre por todas las agresiones que experimenta y que si queremos vivir en ella tenemos que respetarla. Y a mí me cuesta mucho creer que la es-pecie humana sea algo especial para la Tierra. Yo creo que ella nos permite estar aquí pero que en el momento en que la molestemos demasiado o no pueda con nosotros va a decir: «Pues adiós, vosotros os lo habéis buscado».

- ¿Y la tierra como sustrato?

Cuando veo un trozo de tierra veo casi el estómago de las plantas. De hecho, en agricultura ecológica decimos que la planta es el fruto de la tierra y la tierra produce en función de cómo esté: de su nivel de microorganismos, de la vida que alberga, de su capacidad de producir. A mí la tierra me genera un profundo respeto y me cuesta mucho percibirla como un mero soporte inanimado. Me chirría la visión convencional que tiende a mani-pular las características de la tierra en función de lo que uno quiera sacar de ella. Por ejemplo: «Si tengo que cultivar una planta que necesita un determinado ph, cambiaré el ph». No, no es eso, yo tengo que respetar esa tierra, sus características, su ph, su estructura, su textura, y adaptar las plantas a la tierra en que voy a ponerlas y no al revés.
En realidad lo más cuerdo, respetuoso y sensato sería estudiar qué suelo tenemos, y en función del suelo que tenemos decidir qué plantas vamos a poner, y trabajar conjuntamente con ese suelo para mejorarlo. La tierra es como un banco y, en ese sentido, hay que reponer lo que se saca de él y, si es posible, incluso invertir para cultivar riqueza. Si no tenemos suelo, no producimos, y si no producimos no vamos a poder comer. Y ahí está nuestro capital, el capital que hemos heredado de nuestros antepasados y el capital que vamos a tener que dejar a nuestros hijos. Y es un drama importante porque nos hemos pulido el capital con la agricultura química. Lo que hacen los abonos químicos es destruir toda la estructura del suelo y liberar la estructura que es base de todos los suelos y con ello la materia orgánica acumulada.
Los productos químicos abren las puertas de esos almacenes, y todas las reservas que había allí, todos los nutrientes, salen. Por un lado, contaminan, porque hay un exceso; y, por otro, se pierde lo que no puede absorber la planta. Por eso hubo esos niveles de producción al principio de la agricultura química. Al abrir las puertas del banco las primeras plantas se beneficiaron de esa liberación, pero eso se está acabando y es una lástima porque ahora nuestros suelos se están agotando con la agricultura química. Tenemos que volver a cerrar esas puertas de los bancos y volver a poner capital, ir aportando materia orgánica para mantener la fertilidad de los suelos, que es una herencia que hemos recibido de nuestros antepasados.

FUENTE: Econoticias

Montse Escutia es autora del libro

Aquí encontraréis las técnicas básicas de cultivo, el diseño del huerto, los consejos para la redacción de un proyecto de huerto comunitario, las fichas de experimentos, los consejos del hortelano, las actividades de compromiso ambiental, la bibliografía, la bibliografía web, los blogs, las películas y un largo etcétera de propuestas pensadas para ser utilizadas en todos los cursos y las áreas de la escuela.

Apoyar a las escuelas que ya se han adentrado en el mundo de los huertos escolares y alentar al resto a descubrir el placer que supone tener un huerto dentro del centro es el objetivo de este libro. 
Aquí encontraréis las técnicas básicas de cultivo, el diseño del huerto, los consejos para la redacción de un proyecto de huerto comunitario, las fichas de experimentos, los consejos del hortelano, las actividades de compromiso ambiental, la bibliografía, la bibliografía web, los blogs, las películas y un largo etcétera de propuestas pensadas para ser utilizadas en todos los cursos y las áreas de la escuela.

Las técnicas básicas de cultivo, el diseño del huerto, cómo hacer el proyecto de huerto comunitario, las fichas de experimentos, los consejos del hortelano, las actividades de compromiso ambiental y un largo etcétera de propuestas pensadas para ser utilizadas en todos los cursos y las áreas de la escuela.

Afegeix la llegenda

Autor/a: Montse Escutia

Serie: Educación ambientalFamilia / Comunidad educativa

Colección: Graó general

Nivel: General

Páginas: 351

Edición: 1a

ISBN: 978-84-7827-710-0



viernes, 16 de diciembre de 2011

I Curso huerto urbano: El sustrato

El huerto urbano no tiene tierra, tiene sustrato. El sustrato es de origen 100% orgánico y contiene una mezcla de restos forestales y estiércol. Estos restos han sido sometidos a un proceso de fermentación que es conocido como compostaje y el producto que obtenemos se llama compost.
Sustrato huerto urbano - jardinitis.com
La primera ventaja del compost o del sustrato orgánico es que tiene mucha más capacidad de almacenar agua y nutrientes que la tierra. Esto es fundamental ya que en nuestro huerto las plantas tendrán poca profundidad de sustrato para que las raíces busquen el alimento. 

La otra diferencia importante es el peso. El sustrato orgánico pesa hasta tres veces menos que la tierra normal y, por lo tanto, carga mucho menos la mesa y la terraza. No debemos poner nunca tierra en la mesa de cultivo ya que no está diseñada para soportar tanto peso.

Nosotros recomendamos una mezcla de humus de lombriz y fibra de coco, a raíz de 2 tacos de 5kg de fibra de coco por cada 3 sacos de 15kg de vermicompost.

Huertos en la gran ciudad

Huerto urbano - jardinitis.com
Cada día son más las santiaguinas contagiadas con este hobby verde. Plantan lechugas y tomates en el jardín de sus casas o en el macetero de la terraza. ¿Por qué no? Verduras en vez de flores. Dicen que se necesita muy poco espacio y que los beneficios son muchos. Cómo no, si basta con sembrar, regar ¡y comer!

Es lo que se llama un hobby verde. Una verdadera fiebre por plantar, cosechar y comer lechugas propias, criadas a la pinta de uno; sacadas de la terraza del departamento o del jardín de la casa. Ni más lejos ni más espacioso que esto.

"¡Esto es algo que se contagia!", admite Natalia Jara, fiel exponente de este fenómeno que, día a día, atrapa a nuevos santiaguinos. Encantados todos al descubrir que ya no hay excusas para no dedicarse a la agricultura urbana, pues se ha comprobado que para sembrar verduras en espacios reducidos solo basta un poco de tierra, un recipiente y agua.


Algo de lo que también sabe Macarena Maturana, dueña del vivero Mao.

"Los huertos están muy de moda, diría que es una tendencia universal", añade con conocimiento de causa, pues ha visto cómo se venden y agotan productos elaborados por ella misma, como los maceteros en altura (fabricados con tubos de PVC) para plantar verduras.

MEDIA HORA TODAS LOS DIAS
La agricultura urbana es sinónimo de cultivo en la ciudad y, como tal, implica la producción de hortalizas, frutales, hierbas medicinales, e incluso de animales dentro de los límites urbanos.

"El fin último es la producción de alimentos", explican Pablo Sepúlveda y Claudia Barriga, ingenieros agrónomos y socios en Canvis, empresa que, entre otros proyectos, fomenta la implementación de huertos urbanos.

Son parte del hobby verde. Predican y practican en lugares como Matucana 100, fundación MOA o centros comunitarios.



Son unos convencidos de que la agricultura urbana permite intervenir cualquier espacio que esté subutilizado. Santiago, por cierto, está lleno de este tipo de rincones.

Eso lo saben Claudia y Pablo. "Siempre nos estamos fijando, pero faltan instancias y leyes que apoyen iniciativas asociadas a la agricultura urbana", advierten.

A pesar de estos vacíos, cada día son más los entusiasmados por sembrar y comer sus propios tomates cherries. Razones hay muchas. Desde las históricas, cuando Europa salía de la Segunda Guerra y la gente necesitaba autoabastecerse, hasta las ganas de compartir o de alimentarse de manera más sana.

"La agricultura urbana le permite a cualquier persona cultivar en su hogar, sin importar la cantidad de espacio que tenga. Al mismo tiempo, promueve la alimentación saludable y el trabajo colectivo entre los diferentes integrantes del grupo familiar", explica Julia María Franco, coordinadora de la Aldea del Encuentro, corporación dependiente de la Municipalidad de La Reina.

Diez años lleva enseñando a hacer huertos en casa y si hay algo que saca al limpio es que la tierra, definitivamente, remece. "Tanto mujeres como hombres empiezan a vivir más en contacto con la naturaleza; conocen los ciclos estacionales, se calman y aprenden a tener paciencia". Nadie lo pasa mal cuando come lo que cosecha. Más aun si la lechuga viajó directamente del macetero al plato de ensalada. A juicio de Claudia Barriga y Pablo Sepúlveda, los jóvenes son lejos los más interesados, no solo por una necesidad de estar cerca del verde, sino también porque es una oportunidad para poder compartir con otros. "La idea es que la agricultura urbana sea algo beneficioso, pero que no nos quite demasiado tiempo. Media hora como máximo, todos los días. No se necesita estar picando la tierra constantemente, sino más bien monitorear, regar y esperar", advierte Claudia Barriga.

Valeria Kunstmann. Jugar con tierra
Su apellido la delata favorablemente. De inmediato surge la imagen de los colonos alemanes, del río Calle Calle, del campo y de la cerveza. Por eso es fácil comprender su afición por los huertos.

"Siempre he tenido plantas en mi jardín. Incluso viviendo en departamentos. Uno lo ve en sus padres. Si ellos no te ponen en contacto con la naturaleza; si no te enseñan a valorarla, es difícil involucrarse", aclara esta ingeniera agrónoma.

Lo de Valeria es una filosofía de vida. Dice que solo los que han vivido en el campo saben lo que es estar lejos del arribismo y cerca de la paciencia. Convencida de que, bajo esas condiciones, los niños crecen sabiendo que es bueno  esperar, ofrece talleres de huertos infantiles, además de dirigir su empresa Potgarden, destinada a ofrecer productos de jardinería al alcance de todos.

"Hoy los niños adquieren hábitos vinculados al uso del computador y televisor. Casi ni juegan con tierra porque la asocian con mugre, cuando en realidad es importante que la toquen, que la huelan, que se den cuenta de que es parte de la naturaleza", dice. Por cierto que ve avances y admite que cada día se topa con nuevos agricultores urbanos, pero su meta sigue siendo que los niños aprendan que un brócoli es una flor, que una zanahoria es una raíz y una acelga, una hoja; que se encanten con las verduras tal como lo hizo ella de pequeña. "Cuidar plantas motiva mucho", termina reconociendo Valeria, no sin antes enseñar sus secretos: "En invierno, dentro de la casa, conviene tener una ventana que dé al norte, que le llegue sol. Las plantas demoran un poco más en germinar, pero se puede".

Natalia Jara. Las lechugas en el techo
Cuesta creer que adentro de un bello y clásico departamento ubicado en el barrio El Golf pueda haber tanto, pero tanto verde, como lo hay en el de Natalia Jara, médico a punto de terminar su especialidad en nutrición. "Esto es algo que se contagia", dice, mientras se pasea por su living y muestra tomates, rúculas, almácigos de habas, decenas de hierbas y una diminuta araucaria. Afuera crecen zanahorias, lechugas y brócoli.








"Cuando llegamos a este edificio, con mi pololo, como no teníamos terraza, ¡nos tomamos el techo!", cuenta entre risas y admite más de alguna discusión con los vecinos. Su sueño es tener la casa grande con patio o el departamento con terraza, pero mientras eso no sucede, ¡buenas son las azoteas!

"Como soy nutrióloga, me fijo más en la comida saludable. Pienso que tener un huerto es un trabajo personal. Suena un poco cliché, pero esto es preocuparse de otro todo el rato. Aunque esté cansada, sé que tengo que regar las plantas porque si no se van a morir", dice. Natalia se crió en el campo, corriendo por los prados de Panguipulli.

Toda una vida sacando porotos de la huerta para luego cocinarlos y comerlos, por  eso ahora se da tiempo para sus plantas. Con solo mirarlas se da cuenta si alguna está mal, enferma o le falta agua. Viene de familia, cuenta; de vivir en medio del verde. Y, aunque ahora su realidad sea la urbana, se las arregla perfecto: compra semillas orgánicas en Olmué y ocupa los maceteros para plantar lechuga, espinaca, tomate o brócoli. "Lo más emocionante es que comes el resultado de tu esfuerzo. Da felicidad", admite.

Alejandra Schmidt. La magia de las azaleas
Varias razones explican su afición por los huertos, pero hay una primera historia que marcó su pauta: "De chica siempre tuve plantas. 
No así como una gran jardinera, sino que tenía, por ejemplo, azaleas en la ventana. Florecían dos veces al año y ¡las sentía tan especiales por eso! Creo que esa magia me motivó para seguir teniendo algo mío hasta hoy", admite Alejandra, editora de Zig-Zag y autora del libro La Mamá de la Mamá de mi Mamá. 
Un impulso inicial que siguió tomando varias formas a lo largo de su vida. En 2003 Alejandra se casó y se fue a vivir con su marido a la costa oeste de Estados Unidos. 




Vivían en un departamento pequeño, donde siempre trató de tener invernaderos en miniatura. "Me encanta cocinar. Es mucho más rico contar con los condimentos a mano, porque tenerlos ahí frescos, ¡es un must!", reconoce.

Antes de regresar a Chile también vivieron en una casa cuyo jardín incluía plantas de tomates y frutillas silvestres. El paraíso para ella y para su hija Violeta. Esta última y su hermana, Matilde, dan cuenta de la otra razón poderosa por la que Alejandra planta albahaca y tomillo sagradamente en casa. "Estamos en la ciudad del cemento, entonces es importante que los niños vean la naturaleza. La Violeta siempre habla de cuidar el planeta, y las plantas son fundamentales para eso. Me pregunta de dónde vienen las cosas, entonces si ve la semilla que crece de la tierra, comprende más fácil".

Para ella esto es un tema familiar. El marido prepara la tierra, la nana enseña, Violeta, Matilde y la mamá riegan, cosechan las hierbas, las agregan a la comida y, cómo no, se las comen.

UN MACETERO O UN METRO CUADRADO Un metro cuadrado basta para comenzar un proyecto de agricultura urbana. 
Esta reducida dimensión alcanza para plantar 45 lechugas, 90 cebollas o rabanitos. Un árbol frutal, incluso. Puede usarse también para producir compost, flores, almácigos o para criar lombrices, entre otros productos. 
Ahora, si no hay patio, buenos son los maceteros en altura. O las botellas plásticas, partidas por la mitad y cubiertas con algo de ripio y tierra. Una planta por cada recipiente. 
Ojalá que sean de aquellas que no tienen un gran crecimiento de raíces, como lechugas, rabanitos, acelgas, espinacas o hierbas medicinales.



AUTORES LORETO NOVOA / FOTOS: NICOLÁS SANTA MARÍA
FUENTE: REVISTA MUJER

jueves, 15 de diciembre de 2011

¿Pulgones en tu huerto?

Una de las plagas más habituales en el huerto es la presencia de pulgones. En este interesante artículo de Huerto de Urbano encontraréis remedios y consejos para combatirlos.
Los pulgones pueden ser verdes, grisáceos o cafés. Corresponden a diferentes especies pero tienen características en común: atacan las partes tiernas de las plantas y viven en colonias.
El daño que producen es la detención del crecimiento de la planta, arrugamiento de las hojas, deformación de flores y frutos, y lo más grave de todo; la posible enfermedad a virus. El pulgón posee una lanceta en su boca, que introduce en los tejidos de las plantas para extraer el jugo. Si pica alguna planta atacada por alguna enfermedad virosa, el pulgón se transforma en portador de esa enfemedad y la va transmitiendo a las plantas sanas. Por último los pulgones botan un néctar azucarado que es muy atractivo para las hormigas, formando una relación comunitaria, ya que las hormigas a su vez los protegen. En el siguiente video podrás verlo con claridad.
Un depredador natural del pulgón son las chinitas o mariquitas, pero es difísil tener  suficientes en nuestro huerto como para que eliminen nuestra plaga. Debes saber que aplicándole químicos no solo matarás a los pulgones sino que también estarás matando a varios otros insectos que son útiles para el ecosistema. Por eso te dejo algunas recetas de remedios naturales para combatir a los pulgones:

1. Mezcla mágica:

Ingredientes (Para un litro de agua)
  • 2 cebollas
  • 2 ajos
  • Una taza de ají
  • Un poco de jabón potásico
Mezclar todos los ingrediente en la licuadora con una taza de agua. Dejarlo reposar por una noche. Luego, filtrar la mezcla y rellenar con agua, hasta llegar a un litro. Colocarla en un pulverizador y ponérselo a la planta afectada. Si la plaga es muy intensa, colocar dos veces al día.

2. Infusión de tabaco:

Ingredientes (Para un litro de agua)
  • 2 cigarrillos
  • 1 litro de agua
Sacar el tabaco de los cigarrillos y hacer una infusión con agua hirviendo. Deja reposar un par de horas y luego filtrarla. Ponerla en un pulverizador y rociar la planta a diario.

3. Jabón potásico:

El jabón potásico es un jabón natural, en Santiago lo puedes comprar en Germinia una tienda que queda en Providencia  (www.germinia.cl)
Ingredientes:
  • cucharada de Jabón potásico
  • 1 litro de agua
Mezclar el jabón potásico con agua hervida y disolverlo. Ponerlo en el pulverizador y rocear la planta.