Hemos leído con mucho interés un artículo de Juanjo Bueno sobre la instalación de huertos ecológicos en comunidades de propietarios, una tendencia al alza. Nos parece una idea genial para fomentar la cultura de la agricultura ecológica a la vez que buscamos nuevos usos a espacios por lo general infrautilizados.
Cada vez es más habitual descubrir huertos ecológicos en las grandes ciudades, bien en algún patio o en los mismos balcones de los edificios de viviendas. Muchas son las asociaciones de vecinos que se han movido para solicitar a su ayuntamiento la cesión de parcelas o terrenos desocupados para el cultivo de huertos ecológicos urbanos. Pero también, esta moda o solución de autoabastecimiento ha arraigado en las comunidades de vecinos.
Por lo general es la junta de propietarios quien se pone en contacto con una empresa especializada para la instalación del huerto en un solar propiedad de la finca que se encuentra en estado de abandono (por ejemplo, en el caso de comunidades formadas por unifamiliares), o bien en la zona ajardinada de uso común para la comunidad.
Este es el caso de una comunidad de propietarios situada en Concha Espina, cerca del Parque de Berlín en Madrid. La idea de la instalación de un huerto de estas características surgió en una junta de propietarios, en la que se discutía el uso final de un solar en propiedad. Tras ponerse en contacto la presidenta de la comunidad con la empresa Tresbolillo y ser presentado y aprobado el proyecto de instalación, se desbrozó la parcela y se preparó el terreno con el motocultor, al tiempo que se diseñaban las mejores zonas para plantar y las plantas para cultivar.
Según Tresbolillos, las dimensiones y las plantas se concertan según las necesidades de los vecinos y un criterio agronómico y ecológico. Se define también si el mantenimiento lo lleva la comunidad o la propia empresa. Normalmente esta última se encarga de asesorar a los vecinos siendo ellos mismos quienes hagan todas las labores de mantenimiento del huerto.
También la empresa ofrece la posibilidad de dar cursos puntuales a los vecinos. Y es que a los propietarios les gusta la idea de poder cultivar hortalizas debajo de sus casas, sobre todo a las personas mayores que perdieron el contacto con el pueblo al emigrar a la ciudad, pero también quieren pasarle esos conocimientos del mundo rural a sus hijos o nietos. Es una forma didáctica de que sean los niños quienes descubran de dónde vienen las verduras y de conocer el uso de las herramientas que se utilizan y, cómo no, de disfrutar en su alimentación de las hortalizas, verduras, frutas…que ellos mismos han cultivado.
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