Cultivar plantas en un contenedor requiere un sustrato específico que permita el desarrollo de la raíz, que actúe como reserva de nutrientes y a la vez consiga retener la humedad garantizando el buen drenaje. No es fácil y no todos los tipos de sustrato son los indicados. Sobre todo, hay que descartar las tierras de campo o del jardín, ya que en general tienen muy pocos nutrientes y nada de porosidad. En cualquier caso, la elección del sustrato es el factor clave para el éxito de nuestro huerto urbano, más que el tipo de abono, el mantenimiento o el recipiente.
El crecimiento de la raíz de las plantas en un recipiente está limitado y la planta tiene que encontrar el equilibrio entre el desarrollo de la raíz, la cantidad de agua y nutrientes absorbidos y la parte aérea. Para solventar este problema, hay que tener en cuenta las siguientes propiedades del sustrato.
Porosidad: Es el espacio que queda entre las partículas del sustrato ocupado por aire y que permite el desarrollo de las raíces. En un sustrato óptimo, la cantidad de raíces por centímetro cúbico es muy elevada.
Aireación: Los poros de mayor tamaño, después del riego permiten la circulación de aire. Esto es importante de cara a que las raíces puedan respirar y a la vez permiten la circulación de agua y aseguran el buen drenaje.
Retención de agua: Es la cantidad de agua que queda almacenada en los poros pequeños hasta agotarse. Una cantidad elevada de microporos asegura una buena reserva de agua.
pH: Es el indicador de la acidez o alcalinidad de un sustrato. Sus valores se sitúan entre el 1 (ácido) y l 14 (básico). El pH es muy importante ya que afecta a la forma en que se hayan disponibles los nutrientes, de manera que que determinados pH afectan negativamente a su absorción. La mayoría de hortalizas crecen bien entre pH de 6 y 7.
Almacén de nutrientes: Las partículas de materia orgánica y arcilla tienen la propiedad de retener nutrientes que quedan a disposición de la planta para cuando esta los necesite. El nitrógeno es soluble, por lo que desaparece con facilidad. Por esta razón hay que abonar tan a menudo.
Ligereza: Se expresa en gramos por litro y expresa lo que pesa el sustrato, la densidad de partículas. Interesan sustratos ligeros.
Lo más importante es el equilibrio entre micro y macroporos, o sea, entre el drenaje y la esponjosidad, entre la capacidad de retener humedad y a la vez asegurar el drenaje.
Si tenemos un sustrato más bien arenoso o que drene demasiado, podemos añadir estiércol curado, turba o fibra de coco para retener la humedad. Si por el contrario, el sustrato del que disponemos no garantiza el drenaje y queremos hacerlo más poroso, podemos añadir perlita, corteza de pino, arlita o incluso un poco de arena lavada de río.
La combinación que más utilizamos en jardinitis.com para todos nuestros huertos urbanos es la mezcla de vermicompost y fibra de coco, a raíz de 3 sacos de 15kg de vermicompost (humus de lombriz) por cada 2 tacos de fibra de coco de 5kg.
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